martes, 15 de febrero de 2011

Lo que va de ayer a hoy

Lo que va de ayer a hoy

Es sabido que el primer objetivo de la identificación registral de la población fue electoral y  militar[1]. De allí que el enrolamiento alcanzara solamente a los argentinos varones. Recién en 1947 se consagró el voto femenino, aunque no la inclusión de este segmento de la población en el quehacer militar.
La ley 17.671, de 1968, generalizó la identificación de la totalidad de la población, incluidos los extranjeros, desde el nacimiento mismo y con un documento único.
No es de extrañar, entonces, que la normativa reglamentaria variara.
Así, el  # 13, del R.L.M. 1 –leyes  11.386 y 12.913– estatuía, impecablemente:

“El ciudadano que deba enrolarse llevará su fotografía, hecha en papel al bromuro, tomada de tres cuartos de perfil (lado derecho o izquierdo indistintamente), sólo el busto y sin sombrero; del tamaño de seis centímetros por lado.
En las localidades donde no haya fotógrafo o personas particulares que se ocupen de hacerlas, las oficinas enroladoras se encargarán de proveer al ciudadano de fotografías gratuitamente. También estas oficinas proveerán de fotografías gratuitamente a los ciudadanos pobres que por falta de recursos no puedan adquirirlas.”

Dentro de la doctrina del Estado Nación, es lógico que se hablara de “ciudadano”, pues la guerra era cosa de los “nacionales” en un estado de madurez como para cargar armas. Nótese que, en pleno imperio de la oligarquía, la norma preveía la provisión gratuita de fotografías a los ciudadanos pobres.
¿Qué dice la reglamentación actual? (Resolución 169/2011, Registro Nacional de las Personas):
Art. 1.- Establécese que la imagen fotográfica a incorporar en el DNI y registrar en los archivos de este Organismo Nacional deberá ser actual, tomada de frente, medio busto, con la cabeza totalmente descubierta, en color, con fondo uniforme celeste y liso, tamaño de CUATRO (4) cm. por CUATRO (4) cm., permitiendo apreciar fielmente y en toda su plenitud los rasgos faciales de su titular al momento de gestionar la expedición del ejemplar de su DNI. La imagen debe carecer de alteraciones o falseamientos de las características faciales, sin que ello vulnere o afecte el derecho de identidad en sus aspectos de género, cultura o religión.
Art. 2.- Exceptúase de lo dispuesto por el ARTICULO[2] 1º de la presente, y a solicitud del titular del DNI:
a) Cuando fundado en motivos de índole religioso o de tratamientos de salud, se requiera la cobertura del cabello, siempre que sean visibles los rasgos principales del rostro.
b) Cuando por motivos religiosos cubra parcial o totalmente su rostro, pudiendo solicitar que el trámite y la fotografía se obtengan en un lugar reservado y mediante agentes del mismo sexo.

Más allá de que debería haberse escrito “religiosa” y no “religioso”, porque el adjetivo califica al sustantivo “índole”, que es femenino, y a no a “motivos” (que además está en plural...); parece resultar claro que, en definitiva, se puede lucir en el DNI una foto con la cabeza cubierta. Si bien la norma habla de “cobertura del cabello”, resultaría discriminatorio no incluir a la calva. Lo cual quiere decir que uno de los aspectos fundamentales para la identificación física, cual es el remate del cráneo, ahora podrá quedar oculto o desfigurado –con  finalidad de ¡identificación! – mediante la simple adjunción de un sombrero, bisoñé, pañuelo, toca, turbante, bonete, kipá, mitra  o capelo.
La venerable norma republicana arriba transcripta, al  vedar el sombrero, no sólo obedecía a un fin elemental: asegurar lo más posible la identificación fisonómica; sino que perseguía otro objetivo más empinado: simbolizar en la cabeza franca la garantía constitucional de la igualdad ante la ley. En aquellos tiempos, el sombrero era de uso preferente por las “clases distinguidas”; para las otras, la boina, la “pichonera” o el pelo raso.
El inciso b del actual régimen es aperplejante. Aunque no lo diga, prevé evidentemente el caso de las mujeres solteras en el Islam, que deben cubrir sus caras con un velo. Lo de “parcialmente” es un eufemismo para indicar que, en algunos casos, pueden dejar a salvo los ojos. Aparentemente (en función de los comunicados dados a conocer cuando se publicó la normativa), se quiere dar a estas mujeres la posibilidad de atemperar el bochorno haciéndose tomar la fotografía en lugar discreto y por otras mujeres. Que además, aunque la regla no lo diga, deberán ser también musulmanas porque todo kafir está excluido por el precepto sagrado, sea del sexo (¡perdón!: género) que fuere.
Ahora bien: si la fémina célibe no lo quiere (como seguramente ocurrirá en todos los casos), ¿qué hacer? Evidentemente, nada. En primer lugar, porque el primer párrafo de la regla dice, terminante e inequívocamente: “Exceptúase”, tras lo cual vienen los dos supuestos bajo análisis. En segundo porque (abstracción hecha del ripioso empleo del gerundio, que ya parece ser imparable en el lenguaje oficial[3]) se aclara que la interesada “puede” optar por tales miramientos, no que deba hacerlo.
Lo cual viene a querer decir que, en nuestra ¿república? derechohumanitaria, minoritista y antidiscriminatoria a ultranza, habrá portadores de documentos de identidad cuyas fotografías ¡no reproducirán sus caras sino telas u otros artilugios! Ojalá, dentro de todo, que el problema subsista sólo en el ámbito del islamismo y que no se le ocurra a cualquier reformador religioso tornar obligatorio, por ejemplo, el uso de huesos o platos insertados o atravesados, como por otra parte ya es el caso en muchos lugares del mundo.
                       



[1]  E, inicialmente, sólo militar, ya que la ley de Servicio Militar Obligatorio (Riccheri) es bastante anterior a la de Sufragio Universal Secreto y Obligatorio (Sáenz Peña).
[2]  Indefectiblemente, y a despecho de lo establecido por la RAE y demás Academias españolas, en el lenguaje oficial se omite acentuar las mayúsculas. Del mismo modo en que, como en este caso (y en los mismos decretos presidenciales), se insiste en tildar el vocablo “dese” no obstante ser palabra llana terminada en vocal, por lo que no necesita ninguna vírgula para sonar del modo pretendido. En cambio, si no se tilda “artículo”, debe leerse el resultado como la conjugación de la primera personal del singular del verbo “articular”.
[3]  Evidentemente la austeridad en los gastos públicos impide contratar correctores de estilo más eficaces que el Word (¡hecho en Irlanda!)  que eviten a los magistrados suscribir tamaños desaguisados gramaticales y tornen, de paso, un poco más inteligibles sus augustas mandas.

1 comentario:

  1. Se perdió el anterior comentario que le dejara, en algún vericueto de la internósfera. Decía en él, si bien recuerdo, que el Word irlandés provoca muchos desaguisados en las redacciones, y señala como erróneos tanto el imperativo reflexivo de "dar" cuanto, por ejemplo, el nombre "Luis", al que conmina a escribir con tilde, a despecho de la cándida intención de Vélez Sársfield, que prescribió, por lo visto sin éxito, el uso obligatorio del idioma castellano en los documentos y normas oficiales.

    La nueva barrabasada gubernamental, proveniente tanto de la incapacidad, como de la ignorancia merada con la soberbia típicamente progresista, cuanto de ese cholulismo que aspira a ser cosmopolita y siempre PC (políticamente correcto), y que como tal resulta en un nuevo fracaso (y van...), por lo retrasado (en todas sus acepciones). Si no, consultar por ejemplo el adiós a la "tolerancia pasiva" (en más de una de sus acepciones) que anunció para el UK David Cameron, y que antes había expresado para la BRD Angela Merkel.

    Lo felicito por el blog, que resulta en un poco de aire novedoso e inteligente en una atmósfera algo aquietada y monótona, aplacada por el hastío. De tanto insistir con las barbaridades, los atropellos, las gansadas y la cleptomanía, el gobierno ha logrado hartar a todo el mundo, al punto máximo hasta ahora constatado, que no es ciertamente el aborrecimiento sino la indiferencia. Pero no hay que bajar los brazos. Como dijo hoy Aldo Rico, hay que dejarse de mariconadas, y la desidia es una forma sutil de mariconear... O al menos, es una forma de "tolerancia pasiva".

    Un cordial saludo, y lo invito a conocer mi espacio, y a comentar en él, si le parece.

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